miércoles, 5 de noviembre de 2008

DAMASCO SEXY GIRL

En la salida de pasajeros del aeropuerto del Prat, un hombre sostiene entre sus manos un cartel que reza: “Damasco sexy girl”. El letrero es de tamaño DIN A4 y está escrito con un rotulador de punta gorda. El señor que lo sostiene viste un traje raído de color marrón que le queda demasiado grande. Luce una calva sudorosa y consulta su reloj de pulsera continuamente. A su alrededor, otros hombres sostienen diferentes carteles: Señor Rodríguez, Adam Desrosiers, Agencia Navia. Cuando las puertas correderas se abren para expulsar a una nueva hornada de pasajeros, el hombre levanta el cartel de “Damasco sexy girl” por encima de su cabeza y fuerza una sonrisa dolorosamente exagerada. Algunos viajeros le miran con extrañeza y continúan su camino. Unos se funden en un cálido abrazo con sus familiares, otros salen a la calle y se afanan en tomar un taxi. El Señor Rodríguez resulta ser un ejecutivo rechoncho que arrastra una diminuta maleta. Al letrero de “Agencia Navia” acuden dos chicas no excesivamente guapas que saludan con un apretón de manos al joven que las espera. Pero ni rastro de “Damasco sexy girl”. Aunque el hombre del cartel no se ha dado cuenta, algunos curiosos se han quedado merodeando disimuladamente por la terminal para asistir a la llegada del misterioso personaje, para descubrir quién cojones es “Damasco sexy girl”.
Pero ya es tarde. No quedan aviones por tomar tierra. Las puertas correderas solo se abren para dar paso a los empleados del aeropuerto que terminan sus turnos. Y el hombre del traje raído de color marrón se coloca el cartel bajo el brazo y, con la cabeza gacha, abandona el edificio y se pierde en la oscuridad del parking.

1 comentario:

Javier Sales Melgarejo dijo...

Los pasillos encerados del aeropuerto reflejando la soledad del hombre que arrastra su desilusión... Damasco Sexy Girl no consiguió a tiempo su permiso de trabajo, se llamaba Latifa y trabajaba en un sex-shop crandestino...O tal vez nunca existió y el cartel era una mera excusa exhibicionista para llamar la atención... En cualquier caso resulta un placer volver a leer esas historias tuyas tan míserábles. Se te echaba ya de menos. Un saludo