jueves, 18 de febrero de 2010

MATICES

Paseas por la calle junto a tu esposa, agarrándola de la mano. Es mediodía y camináis bajo el cielo azul de una ciudad extranjera en la que disfrutáis de unos merecidos días de vacaciones. Hay otros turistas con el mismo aspecto que vosotros recorriendo el centro urbano. Ves una fotografía en el suelo y algo te impulsa a agacharte y recogerla. Sueltas la mano de tu esposa. Contemplas la foto. En ella aparece tu esposa practicándole una felación a un ciervo. Sí, no te has vuelto loco. Es tu esposa practicándole una felación a un ciervo. Su rostro es visible. Está desnuda y muestra una inequívoca mancha de nacimiento en un pecho. Piensas en qué cojones hace una foto de tu esposa allí, tirada en el suelo. Piensas en porqué tu esposa sería capaz de posar desnuda, comiéndole el rabo a un ciervo. Ambas líneas de pensamiento chocan como dos trenes que se deshacen en una niebla de chispazos y virutas de acero. Tratas de generar una primera pregunta. Y no eres capaz de hacerlo.

domingo, 7 de febrero de 2010

DIVERTIDAS Y CHISTOSAS ANÉCDOTAS DE TAXISTAS Vol. I

El taxista echa de nuevo un vistazo a sus clientes a través del retrovisor interior del coche. El adulto viste un impecable traje de color crema y una corbata blanca con motas de color rojo que, o bien son manchas de sangre o bien pertenecen al diseño de fábrica de la corbata. En el regazo del padre descansa una maza medieval con empuñadura de madera unida por una cadena a una bola metálica de pinchos. Le ha facilitado al taxista una dirección en las afueras de la ciudad que ni siquiera figura en el GPS. El taxista carraspea con la intención de invitar a sus pasajeros a que inicien una conversación. Pero ambos -el adulto y su ¿hija?- están demasiado concentrados en contemplar el paisaje que ofrecen sus respectivas ventanillas traseras. Un nuevo vistazo confirma que, efectivamente, los ojos de la niña están cubiertos de costras. Que también hay manchas de sangre -o motivos decorativos- en su vestido blanco de gasa. Que también su piel pálida y sus cabellos dorados están salpicados de rojo.
-Mi hija necesita ver a un médico, ¿sabe?
Los pasajeros no se dan la mano. El adulto no acaricia los rizos de la niña. El espacio que hay entre ambos podría albergar a otro pasajero. Una voz pregrabada indica al taxista que debe girar a la derecha cincuenta metros más adelante.