jueves, 31 de diciembre de 2009

EL GUARDIÁN DEL CISNE

El pelotón cuenta con la ayuda de un cisne blanco que detecta la presencia enemiga. Uno de los hombres se encarga de alimentarlo. De mantenerlo limpio y sano. Aunque el pelotón vive inmerso en una rutina hostil e incómoda, el cisne recibe un trato digno de príncipes. La forma que tiene el animal de alertar al pelotón cuando detecta la presencia del enemigo es: batiendo las alas y emitiendo un sonido ronco que parece brotarle del estómago. El hombre cuya función consiste exclusivamente en cuidar al animal es conocido por todos como El Guardián del Cisne. El Guardián del Cisne pasa las horas sentado junto al ave, impasible. Algunos hombres del pelotón suelen bromear acerca de una hipotética relación sexual entre el guardián y el cisne. Lo hacen para divertirse, sin mala intención. Al Guardián del Cisne no le molesta en absoluto.

viernes, 25 de diciembre de 2009

CARTA A LOS PUTOS CORINTIOS

El Papa Benedicto XVI se despierta en mitad de la noche, bañado en sudor. Trata de recordar los detalles de la pesadilla. La melodía triunfal resonando tras las nubes que cubrían el campo de trigo. La sensación de poder e invulnerabilidad de la que ha sido dueño mientras cabalgaba a lomos de la oruga gigante. Desnudo, sosteniendo el cetro dorado con mano firme. El gorro romboidal sobre su cabeza. Bebe un poco de agua del vaso que está apoyado sobre su mesita de noche. Tose ligeramente. Se duerme.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

EL POST Nº 100

El post número cien de su blog no ofrecía ningún tipo de información relevante. Ningún auto-homenaje que celebrase la consecución de la cifra mágica. Nada de agradecimientos. Nada de rememorar los primeros tiempos del blog, las primeras historias. Ninguna metáfora relacionada con bebés que se convierten en hombres o árboles que se riegan pacientemente. En el post número cien se limitó a constatar el hecho de que había realizado cien actualizaciones.

NOCHEBUENA

Deciden invitar a un mendigo a su cena de Nochebuena. Un anciano con ropas raídas y aliento a sangría de tetrabrick. Le dan de comer langosta. Le ofrecen canapés con queso de untar y salmón ahumado. Brindan con él por un próspero año nuevo. Le hacen un hueco en el sofá y se sientan a su lado para ver una comedia familiar que alguien ha alquilado en el videoclub. Cuando el mendigo se queda dormido, arropan su cuerpo con una manta y le asfixian introduciendo su cabeza en una bolsa de plástico. Cabe destacar que no ofrece ningún tipo de resistencia.

lunes, 21 de diciembre de 2009

CHARLAS BANALES Vol.I

- Papá, ¿me lo puedo quedar?
- Pregúntale a tu madre.
- Vale, papá. ¿Dónde está Trevor?
- Debería haber llegado, seguramente se quedó dormido.
- Papá, deberíamos contratar a otro traductor.
- Hijo, ¿no te gusta Trevor?
- No es eso, papá. Creo que mamá se siente incómoda con él.
- ¿Eso crees?
- Sí, estoy casi convencido.
- Pues no hablemos más; despidamos a Trevor. ¿No prefieres consultar a mamá?
- ¿Cómo, papá? Para eso necesitamos a Trevor.
- Tienes razón, hijo...
- Qué tonto eres a veces, papá.
- Oye, hijo. Prefiero que lo hagas tú; despedir a Trevor. No te importa, ¿verdad? Si lo haces dejo que te quedes con ese bicho.
- Es un pulpo, papá.
- ¿Un pulpo? Es la primera vez que veo algo así.
- Acércate papá, baja la cabeza. Creo que se te ha vuelto ha estropear algo por ahí adentro.

viernes, 18 de diciembre de 2009

APLAUSOS

Subes al vagón de metro y los pasajeros comienzan a aplaudirte. Gente sentada con el periódico doblado sobre sus rodillas. Un niño con impermeable amarillo y expresión cansada. Dos señoras mayores que sonríen cálidamente mientras asienten con la cabeza. Todo el mundo aplaudiendo de ese modo pausado y teatral que elimina cualquier sospecha de ironía. La joven universitaria con una diadema en la cabeza. El nigeriano que sostiene un racimo de bolsos falsificados entre sus piernas. Esa forma de aplaudir que obliga a los actores a salir una y otra vez a saludar al público desde el escenario. Subes al vagón de metro y eres agasajado con una ovación opresiva que te obliga a bajarte en la siguiente parada.

viernes, 11 de diciembre de 2009

BELÉN VIVIENTE

El joven interpreta a un pastor en un belén viviente. Lo hace por dinero. Cinco horas de pie, inmóvil, con un cordero de cartón sobre sus hombros. Una expresión desprovista de emociones en su rostro mientras recibe los flashes de las cámaras de los turistas. Y el belén viviente es tan verosímil que hasta el Niño Jesús es un bebé de verdad. Un bebé que se mueve y llora y mordisquea la paja con la que está fabricada su cuna. Un bebé cuyo rostro comienza a amoratarse cuando los trocitos de paja forman una bola letal que bloquea su garganta. Y el joven que ni siquiera pestañea cuando el rey Melchor grita que alguien llame a una ambulancia. Mientras el Mesías se tiñe de violeta como una remolacha y pone los ojos en blanco. Mientras el Niño Jesús muere por asfixia en los brazos de una Virgen María que ni siquiera es su auténtica madre.

domingo, 6 de diciembre de 2009

SINÓPSIS II

"El extraordinario caso del hombre iguana" (Nicolai Gardner, 1977); color; 178 min.

Un solitario empleado de correos (Eric S. Milton) cae en una profunda depresión cuando la iguana que tiene como mascota fallece por causas naturales. Incapaz de deshacerse del cadáver del animal, decide conservarlo sobre una de las baldas de su frigorífico. Los signos de descomposición comienzan a ser evidentes una semana después. Burbujeantes costras sobre la piel de la iguana, diminutos gusanos que entran y salen de sus cuencas oculares, hedor a muerte. Un espectáculo de putrefacción que comienza a extenderse por todo el contenido del frigorífico. Frutas preñadas de microbios y trozos de queso del color de las varices que el solitario empleado de correos engulle sin mostrar un mínimo atisbo de sentido común. Demasiado deprimido y angustiado como para darse cuenta de que toda esa comida que apesta a iguana muerta supone un potencial peligro para su salud. Y es entonces cuando comienza la transformación. Las ronchas de tono verdoso en su pecho, las uñas de los pies desprendiéndose con facilidad. Una especie de pus negro y cremoso que le llena la boca. El empleado de correos –que está convencido de que su cuerpo está siendo utilizado como recipiente por el alma de su mascota muerta- comienza a comportarse como un reptil. Recorre el pasillo a cuatro patas, emite sonidos siseantes con cara de loco, vegeta tumbado en posición fetal dentro de una bañera vacía. Todo un despliegue interpretativo filmado con cámara en mano que conduce al final de la película, donde se revela que la supuesta metamorfósis de hombre a iguana no es más que una devastadora infección de tres pares de cojones que acaba con la cordura y después con la vida del solitario empleado de correos.