Deciden invitar a un mendigo a su cena de Nochebuena. Un anciano con ropas raídas y aliento a sangría de tetrabrick. Le dan de comer langosta. Le ofrecen canapés con queso de untar y salmón ahumado. Brindan con él por un próspero año nuevo. Le hacen un hueco en el sofá y se sientan a su lado para ver una comedia familiar que alguien ha alquilado en el videoclub. Cuando el mendigo se queda dormido, arropan su cuerpo con una manta y le asfixian introduciendo su cabeza en una bolsa de plástico. Cabe destacar que no ofrece ningún tipo de resistencia.
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2 comentarios:
No podía acabar bien ¿no?.
HONGOS NO PERDONA NI LA NOCHEBUENA.
O sea que hay premeditación. Me gusta.
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