domingo, 30 de noviembre de 2008

EL LAMENTO MÁS AMARGO DEL MUNDO

Un matrimonio de ancianitos con la ropa manchada de excrementos. Dos personas adorables deambulando por la acera, impregnadas de mierda, tratando de
balbucear algunas palabras. El operario del ayuntamiento explicando al borde del llanto que la tubería ha reventado, que no es culpa suya, que lo siente en
el alma. Un conducto de aguas fecales que ha eyaculado su lefa putrefacta sobre los dos viejos. Mierda humana salpicando las gafas del pobre abuelito, mierda y más mierda incrustada en su rebeca, resbalando por su bastón. Y el matrimonio con el rostro enfocado al vacío, como si la suciedad que cubre sus ropas flotase en otra dimensión. Cada viejecito desorientado en su propio hoyo de confusión, incapaces los dos de cuidar el uno del otro.
-Venimos del médico -dice la anciana.
Y su frase suena como la destilación del lamento más amargo del mundo. Venimos del médico. Y lo peor vendrá después; cada uno en un borde la cama, despojándose de sus prendas inservibles con la lentitud que precede a la muerte.
Veinte veces tristeza.

EL CRAPO

Primer error: refugiarte en el campo de golf. Al salvaje Crapo le resulta muy fácil corretear sobre la hierba; es más, su velocidad se optimiza en esta superficie, donde puede clavar sus garras con mayor firmeza y agrandar así sus zancadas.
Segundo error: no subirte a un árbol. Si lo hubieses hecho, el Crapo habría desistido. No puede escalar el tronco. Quizás habría mordido la corteza violentamente durante un rato y después se habría marchado. Un árbol de tamaño mediano, uno de esos olivos que has esquivado en tu frenética huida, resultaba válido como refugio definitivo ante una muerte más que segura.
Tercer y fatal error: detenerte y arrancar el banderín del hoyo 12 para utilizarlo a modo de improvisada arma blanca. Atacar a un Crapo con un palo flexible de plástico es como tratar de provocarte un aborto con un clip desenrrollado. Sólo un tarado podría afrontar con esperanzas la arremetida del bicho utilizando un puto banderín que ondea ridículamente bajo la luz acuosa de la tarde.
Aun así, todavía te queda una ínfima oportunidad si te haces el muerto y consigues de esta manera que el Crapo se contente con arrancarte un brazo a dentelladas, con desfigurarte la cara usando sus pezuñas, con arrancarte la piel a lengüetazos mientras una bola rueda perezosa sobre la hierba del green y cae en el agujero, como tragada accidentalmente por un bostezo perfecto.

martes, 25 de noviembre de 2008

EGO

Llevas un disfraz pero no sabes de qué porque te han obligado a cerrar los ojos mientras te lo colocaban. Has sentido el roce de la gomaespuma y después descubres que, de algún modo, puedes respirar y ver a través de dos agujeritos pero no puedes mover el cuello y mirar tu atuendo porque estás literalmente embutido en gomaespuma. Entonces tu principal cometido ahora es buscar un espejo para descubrir qué aspecto tienes; te paseas por la casa, una casa que no es tuya, abres puertas, saludas a gente que no conoces, intentas descifrar tu reflejo en un valioso jarrón de bronce pero sólo consigues ver una bola difusa que no se parece a nada humano. Sales de la casa y recorres el jardín. Descubres una charca artificial, con un banco de mármol en la orilla. Te acercas. Te conmueve la visión de la luna y las estrellas y las nubes rasgadas en la superficie del agua. Te acercas más. Te inclinas para descubrir de qué vas disfrazado. Te inclinas demasiado. Pierdes el equilibrio. Te caes al agua.

lunes, 24 de noviembre de 2008

PARECE UNA ECOGRAFÍA

Sin duda, parece una ecografía. Son manchas en blanco y negro sobre papel fotográfico. En los bordes aparecen letras y números que muestran una información indescifrable. Lo ha encontrado en el asiento de atrás del coche de su mujer, así que debe de ser una ecografía, puesto que ella está embarazada de ocho meses. El hombre sostiene la imagen por la esquina superior derecha con la punta de los dedos, acercándola al tubo fluorescente del techo del garaje para poder examinarla mejor. Su mujer está durmiendo en el piso de arriba, con la barriga hinchada como un volcán a punto de reventar. Vista de cerca, la imagen no es más que un cielo negro cubierto de nubes blancas y grises pero, al alejarla, la ecografía muestra una figura vagamente humana. Ahí está el estómago rechoncho y también los bracitos blandos y casi transparentes. El cráneo frágil, los ojos cerrados y los colmillos. El hombre siente cómo una marejada de olas tóxicas le golpea las paredes del estómago. El futuro bebé tiene una dentadura afilada de tiburón o de delfín, y su nariz es alargada y parece un pene de arcilla. El futuro papá deja la ecografía donde la había encontrado y resiste la repugnante sensación de mirarla otra vez. Extrae un CD de Elton Jhon de uno de los compartimentos del cargador (para eso había bajado al garage), se bebe medio vaso de agua, sube a la habitación y se sienta en la cama. Si no tuviese los ojos cerrados y el volumen del discman al máximo podría escuchar las palabras apenas murmuradas de su esposa, que sueña panza arriba a su lado.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA ERA DEL TERROR

La pesadilla consiste en que el cajero del supermercado hace un llamamiento a todos los clientes a través del sistema de megafonía para que se acerquen a la caja a reirse de la compra de Donato. Lo que el dependiente dice es algo así como: “Señores clientes, les invito a visitar la caja 23 para que se burlen sin piedad de la compra que acaba de realizar este imbécil”. Y el pobre Donato siente una vergüenza atroz mientras decenas de personas señalan a los productos que ha adquirido y el local se inunda de carcajadas. No se trata de que haya comprado condones, ni compresas, ni revistas porno, ni nada por el estilo. Sólo se ha llevado dos cartones de leche, arroz, pasta y un paquete de cereales. Pero la gente se sostiene el estómago y hay lágrimas y ataques de tos y cada vez hay más clientes alrededor de la compra de Donato. “Fíjense con atención en todo lo que se lleva a casa este subnormal”, sigue diciendo el cajero con una voz neutra, desprovista de sentimientos, cebándose con Donato, que se siente como desnudo en medio de una plaza, con los genitales expuestos a la vista de los transeuntes. “¿Se puede ser tan estúpido?”, pregunta el cajero para arengar a la multitud. Y Donato se queda paralizado hasta que la pesadilla se diluye en una espiral de carcajas.

GUÍA RÁPIDA PARA EL USUARIO DE "NOX P-08"

1) No rasgue el embalaje con las manos; utilice un trapo humedecido con agua caliente para despegar el papel especial en las zonas que aparecen marcadas con una línea discontínua (-------------).
2) La apertura de la caja (ahora sí puede utilizar las manos) debe realizarse a oscuras. Puede valerse de una toalla de baño para cubrir la rendija inferior de la puerta y así evitar cualquier entrada de luz. El mejor método para comprobar sí la oscuridad es total consiste en permanecer cinco minutos en la habitación, hasta que la vista se habitúe. Después coloque la mano a unos centímetros de sus ojos y, si no distingue ninguna forma, todo estará preparado para la apertura del Nox P-08.
3) Abra la caja y extraiga su contenido cuidadosamente, agarrándolo por la base. Es importante que se asegure de que nadie va a interrumpirle durante el proceso. La irrupción de un foco de luz mientras sostiene al Nox P-08 entre sus manos podría provocar un grave accidente. Cierre la puerta con llave, pestillo o cualquier otro método rudimentario.
4) Apoye su Nox P-08 en el suelo y aléjese al menos a tres metros de distancia. Si le resulta dificultoso realizar la medición a oscuras, recuerde que tres metros corresponden aproximadamente a tres pasos largos.
5) Active un foco de luz durante no más de dos segundos (puede utilizar una linterna o un mechero).
6) Relájese y disfrute.

jueves, 13 de noviembre de 2008

LA NIÑA BAJA LAS ESCALERAS

La niña baja las escaleras con cara de sueño, el pelo revuelto, un pijama rosa de una pieza. En el salón, Papá y Mamá cenan con unos amigos.
-¿Te hemos despertado, cariño? -dice la madre mientras se acerca para coger en brazos a la niña.
Pero la pequeña da un paso atrás.
-No me toques. Acabo de ser violada por el Diablo.
Una niña de siete años hablando en voz pasiva; "ser violada por el Diablo". La invitada escupe en su plato el bolo de comida que estaba masticando. Papá se levanta asustado y sube las escaleras con largas zancadas. La luz de la habitación está encendida, la ventana abierta mientras las cortinas se mueven agitadas por un viento fantasmal. No hay manchas de sangre en las sábanas.
-El Diablo ha entrado a mi cuarto y me ha hecho cosas muy feas -dice la niña.
Los adultos formulan una pregunta detrás de otra; Papá sale al jardín con una linterna e inspecciona cada rincón.
-Tenía la piel plagada de cicatrices. Su boca olía a sapos muertos.
Una niña utilizando la palabra "plagada". Los invitados recogen sus abrigos en silencio y se marchan a casa.
-Su verga era un hierro candente. Mi útero está relleno de semen y espinas.
Una niña diciendo "verga", una niña diciendo "útero". Mientras Mamá friega los platos, Papá hunde su nariz una y otra vez en los cabellos de la pequeña. Pero no hay olor a azufre.

lunes, 10 de noviembre de 2008

HACIA LA GLORIA

Los cabellos blancos ondeando como espigas de puto trigo al son de la brisa caliente. Las manos aferradas a las bridas del corcel blanco, la mirada del joven succionada por la fuente de luz. Trotando sobre la nada. Caballo y jinete ascendiendo por una escalera invisible que conduce hacia un destino glorioso. Trompetas, fanfarria. La música de las esferas en 5.1. Rayos de colores pastel y palomas sosteniendo ramas de laurel en sus picos. El modo más retorcido y pomposo de aplaudir las hazañas del hijo pródigo. Un túnel flanqueado por ángeles y querubines donde flota el vapor de los dioses. Y al final, un espejo.

jueves, 6 de noviembre de 2008

LOS 100 MEJORES CHISTES DE LA LENGUA ESPAÑOLA (nº 72)

Cuatro altos ejecutivos comparten una agradable sobremesa en un restaurante de lujo. El camarero, un señor ecuatoriano casado y con tres hijos, toma nota de los postres hasta que uno de los ejecutivos le dice:
-Yo tomaré mousse de cojón.
El ecuatoriano, cuyo nombre es Wilfredo, dirige una mirada al resto de comensales mientras esboza una sonrisa, pero enseguida comprueba que nadie en la mesa ríe la gracia.
-¿Disculpe, señor?
-He dicho que tomaré mousse de cojón –repite el ejecutivo con una seriedad aterradora.
Wilfredo vuelve a la cocina y comenta el hecho con uno de los pinches, que se limita a encogerse de hombros. Después observa al grupo de empresarios a través del cristal situado en la parte superior de las puertas abatibles, tratando de comprobar que no se trata de una broma privada de la cuál es claramente la víctima. Pero ninguno de ellos se está riendo.
El pobre Wilfredo vuelve a la mesa y se inclina servicialmente:
-Lo siento, señor. La casa no ofece el postre que me ha pedido. Quizás sea de su agrado...
-Vamos a ver, muchacho –responde el ejecutivo frunciendo los labios con desprecio.- Tengo entendido que este restaurante debe su fama al delicioso mousse de cojón, así que no pienso marcharme de aquí sin probarlo.
Wilfredo vuelve a la cocina y trata de localizar a su superior, pero todo el mundo parece demasiado ocupado para escucharle. Estudia durante un rato los gestos de los ejecutivos en busca de risas complices, de codazos disimulados. El hombre que le ha pedido el mousse de cojón resopla con impaciencia. Y entonces Wilfredo comienza a temblar mientras se teme lo peor. Trata de reaccionar, pero no puede. Se queda con la nariz pegada al cristal de la puerta, los ojos vidriosos mirando a ninguna parte. La mente vacía de pensamientos mientras el hombre que ha pedido el mousse gesticula hacia Wilfredo para indicarle que se acerque de nuevo a la mesa.

MISTER SANDÍA

Aunque Pedro Silvano, director de TH2, aseguró el pasado jueves que la cadena privada continuaría la emisión de Mister Sandía –a pesar de su baja audiencia-, la serie que protagonizan Carla Ponti y el popular cómico “Cigüeñita” será finalmente eliminada de la parrilla televisiva. Al parecer, el aluvión de e-mails de protesta que ha recibido el canal desde el inicio de emisión de la serie ha obligado a TH2 a romper su fugaz relación con la productora Layla & Co., responsable del proyecto. Recordemos que Mister Sandía narra las desventuras de un mendigo (“Cigüeñita”) asaltado continuamente por las alucinaciones que provoca su extremo déficit alimenticio. En cada capítulo, el personaje emprende un viaje psicodélico a través de un mundo de pesadillas y horribles paranoias. El punto débil de la serie viene marcado por su exiguo presupuesto, que no alcanza para recrear fidedignamente las fantasías del mendigo. La voz en off, casi ininteligible, y los propios pensamientos en voz alta del protagonista son los únicos medios (a todas luces insuficientes) de hacer partícipe al espectador de las alucinaciones. Sólo se salva de la quema la escultural Carla Ponti, que aparece ocasionalmente para depositar una limosna en la taza de metal que sostiene el mendigo. Los planos interminables y gratuitos del escote de Carla cada vez que se inclina en cámara lenta a depositar su dádiva son la única luz en una serie por lo demás oscura y –hablemos con claridad- aburrida. Nos quedamos pues sin desvelar el interrogante que plantea la teleserie: ¿A quién corresponde la voz que guía las paranoias del mendigo? ¿Quién es y qué simboliza el tal Mister Sandía? Aunque, ¿es que acaso a alguno de ustedes le interesa saberlo?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DAMASCO SEXY GIRL

En la salida de pasajeros del aeropuerto del Prat, un hombre sostiene entre sus manos un cartel que reza: “Damasco sexy girl”. El letrero es de tamaño DIN A4 y está escrito con un rotulador de punta gorda. El señor que lo sostiene viste un traje raído de color marrón que le queda demasiado grande. Luce una calva sudorosa y consulta su reloj de pulsera continuamente. A su alrededor, otros hombres sostienen diferentes carteles: Señor Rodríguez, Adam Desrosiers, Agencia Navia. Cuando las puertas correderas se abren para expulsar a una nueva hornada de pasajeros, el hombre levanta el cartel de “Damasco sexy girl” por encima de su cabeza y fuerza una sonrisa dolorosamente exagerada. Algunos viajeros le miran con extrañeza y continúan su camino. Unos se funden en un cálido abrazo con sus familiares, otros salen a la calle y se afanan en tomar un taxi. El Señor Rodríguez resulta ser un ejecutivo rechoncho que arrastra una diminuta maleta. Al letrero de “Agencia Navia” acuden dos chicas no excesivamente guapas que saludan con un apretón de manos al joven que las espera. Pero ni rastro de “Damasco sexy girl”. Aunque el hombre del cartel no se ha dado cuenta, algunos curiosos se han quedado merodeando disimuladamente por la terminal para asistir a la llegada del misterioso personaje, para descubrir quién cojones es “Damasco sexy girl”.
Pero ya es tarde. No quedan aviones por tomar tierra. Las puertas correderas solo se abren para dar paso a los empleados del aeropuerto que terminan sus turnos. Y el hombre del traje raído de color marrón se coloca el cartel bajo el brazo y, con la cabeza gacha, abandona el edificio y se pierde en la oscuridad del parking.