martes, 25 de noviembre de 2008

EGO

Llevas un disfraz pero no sabes de qué porque te han obligado a cerrar los ojos mientras te lo colocaban. Has sentido el roce de la gomaespuma y después descubres que, de algún modo, puedes respirar y ver a través de dos agujeritos pero no puedes mover el cuello y mirar tu atuendo porque estás literalmente embutido en gomaespuma. Entonces tu principal cometido ahora es buscar un espejo para descubrir qué aspecto tienes; te paseas por la casa, una casa que no es tuya, abres puertas, saludas a gente que no conoces, intentas descifrar tu reflejo en un valioso jarrón de bronce pero sólo consigues ver una bola difusa que no se parece a nada humano. Sales de la casa y recorres el jardín. Descubres una charca artificial, con un banco de mármol en la orilla. Te acercas. Te conmueve la visión de la luna y las estrellas y las nubes rasgadas en la superficie del agua. Te acercas más. Te inclinas para descubrir de qué vas disfrazado. Te inclinas demasiado. Pierdes el equilibrio. Te caes al agua.

4 comentarios:

El Hombre de la Pústula dijo...

La gomaespuma que hace de esponja. No sólo se vuelve muy pesada al empaparse de agua y te arrastra al fondo, sino que encima está habitada por miríadas de ácaros picantes.

Anónimo dijo...

Menudo juego macabro. Me imagino a la gente que está en la casa como los de 'Rosemary's Baby'

El Andariego dijo...

El agua, elección fatal para Narciso.

Anónimo dijo...

Esto es el principio de una novela. Por favor.. Estás en forma.