jueves, 18 de febrero de 2010

MATICES

Paseas por la calle junto a tu esposa, agarrándola de la mano. Es mediodía y camináis bajo el cielo azul de una ciudad extranjera en la que disfrutáis de unos merecidos días de vacaciones. Hay otros turistas con el mismo aspecto que vosotros recorriendo el centro urbano. Ves una fotografía en el suelo y algo te impulsa a agacharte y recogerla. Sueltas la mano de tu esposa. Contemplas la foto. En ella aparece tu esposa practicándole una felación a un ciervo. Sí, no te has vuelto loco. Es tu esposa practicándole una felación a un ciervo. Su rostro es visible. Está desnuda y muestra una inequívoca mancha de nacimiento en un pecho. Piensas en qué cojones hace una foto de tu esposa allí, tirada en el suelo. Piensas en porqué tu esposa sería capaz de posar desnuda, comiéndole el rabo a un ciervo. Ambas líneas de pensamiento chocan como dos trenes que se deshacen en una niebla de chispazos y virutas de acero. Tratas de generar una primera pregunta. Y no eres capaz de hacerlo.

6 comentarios:

Miguel Noguera dijo...

¿Y qué tal si no le hubiera soltado la mano a su esposa para coger la foto?, ¿qué hubiera pasado entonces? hubiera salido él en la foto, ¿es eso verdad?, creo que ya sé por donde van los tiros.

Alezz dijo...

Y entonces la duda asaltó al esposo
¿por qué a mi nunca me la chupó?





Torrija de orugas

Ratzinger dijo...

qué dice el ciervo a todo esto?

MarcMarcoE dijo...

Tecnicamente no es infidelidad, ella no tiene porque dar ninguna explicación. Puede salir del paso con algo así como:
- es obvio que el cornudo es él cielo, no le des más vueltas al tema

El Hombre de la Pústula dijo...

No tengo ciervo, pero me encantaría ver a mi señora en dicha tesitura. Casi veo la escena, la luz algodonosa, la estampa prerrafaelita.

VP: Spussace.

Alezz dijo...

en todo caso, una genial entrada