Los cabellos blancos ondeando como espigas de puto trigo al son de la brisa caliente. Las manos aferradas a las bridas del corcel blanco, la mirada del joven succionada por la fuente de luz. Trotando sobre la nada. Caballo y jinete ascendiendo por una escalera invisible que conduce hacia un destino glorioso. Trompetas, fanfarria. La música de las esferas en 5.1. Rayos de colores pastel y palomas sosteniendo ramas de laurel en sus picos. El modo más retorcido y pomposo de aplaudir las hazañas del hijo pródigo. Un túnel flanqueado por ángeles y querubines donde flota el vapor de los dioses. Y al final, un espejo.
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2 comentarios:
Euforia de pompa y boato, con espejismo final.
Arrebatado quedo.
Magnífica expresión lo de: "la música de las esferas en 5.1" Merece un título por sí misma. Y el final es genial, la puerta abierta a otra dimensión. Wagner asoma entre tus líneas. Conquistemos Polonia, ya.
Un saludo
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