domingo, 30 de noviembre de 2008

EL CRAPO

Primer error: refugiarte en el campo de golf. Al salvaje Crapo le resulta muy fácil corretear sobre la hierba; es más, su velocidad se optimiza en esta superficie, donde puede clavar sus garras con mayor firmeza y agrandar así sus zancadas.
Segundo error: no subirte a un árbol. Si lo hubieses hecho, el Crapo habría desistido. No puede escalar el tronco. Quizás habría mordido la corteza violentamente durante un rato y después se habría marchado. Un árbol de tamaño mediano, uno de esos olivos que has esquivado en tu frenética huida, resultaba válido como refugio definitivo ante una muerte más que segura.
Tercer y fatal error: detenerte y arrancar el banderín del hoyo 12 para utilizarlo a modo de improvisada arma blanca. Atacar a un Crapo con un palo flexible de plástico es como tratar de provocarte un aborto con un clip desenrrollado. Sólo un tarado podría afrontar con esperanzas la arremetida del bicho utilizando un puto banderín que ondea ridículamente bajo la luz acuosa de la tarde.
Aun así, todavía te queda una ínfima oportunidad si te haces el muerto y consigues de esta manera que el Crapo se contente con arrancarte un brazo a dentelladas, con desfigurarte la cara usando sus pezuñas, con arrancarte la piel a lengüetazos mientras una bola rueda perezosa sobre la hierba del green y cae en el agujero, como tragada accidentalmente por un bostezo perfecto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El thriller psicológico del cadi. Green, green light.

Porterodelantero dijo...

Kafka + Stephen King.

El Andariego dijo...

Crapo, un nuevo elemento para tu bestiario. Sencillamente Fantástico.

Anónimo dijo...

Te acuerdas de la anécdota de ese chaval de mi clase del instituto al que le persiguió una especie de ser simiesco gigante por la urbanización?