lunes, 4 de agosto de 2008

CABALLO DE BRONCE RESUCITA

Cuando las sesiones de quimioterapia comienzan a dejar al descubierto el cuero cabelludo de A.T, aparece a la luz un hecho pertubador: su cabeza está tatuada con frases carentes de sentido. Frases cortas escritas en mayúsculas, con una tipografía infantil, demente.
Silencioso rostro en las cataratas. Bosques cansados arden. Hay menos trigo.
Enunciados gramaticalmente intachables, pero imposibles de descifrar. Frases inconexas esparcidas sin ningún orden lógico sobre la cabeza de A.T que crecen en número a medida que éste pierde el pelo. A parte de él mismo, la única persona que parece percatarse de la anomalía es la señorita que le asiste en las sesiones de quimioterapia, aunque ella no le comenta nada por miedo a hurgar en lo que sin duda es algún punto oscuro de su pasado.
Van de la mano. Ciervo luciferino gimotea.
Obviamente, A.T no recuerda haber sido tatuado en ningún momento de su vida. Siempre ha sentido una total repulsa a infiltrase tinta bajo la piel. Lo considera poco elegante, burdo. Pero ahora tiene que enfrentarse a todas esas sentencias escritas con pigmento verdoso sobre su cabeza sin tener ni la más remota idea acerca de su origen. ¿Algún fallo en la máquina de la quimio? ¿Una broma macabra perpetrada por sus compañeros de habitación en su época de universitario? ¿Una abducción extraterrestre?
A.T sonríe ante la idea de haber sido aspirado hacia el interior de un plantillo volante. No es propio de él pensar de ese modo. Todo este asunto, sumado al estrés que conlleva su penosa enfermedad, le está perturbando cada vez más. Pero los días pasan y ninguna solución lógica llega a buen puerto en los torturados pensamientos de A.T, que se niega a compartir su problema con nadie. En la calle se protege con un gorro de lana. Lo primero que hace cada vez que llega a casa es quitarse el gorro y lanzarlo a un rincón con un gesto mezcla de cansancio e impotencia. Vive solo.
Bebé de cabellos sucios. Sexo en Nigeria. Abraza sus tentáculos.
Con la ayuda de dos espejos transcribe las frases en un folio. Se exprime los sesos en busca de un patrón, mueve las piezas de un puzzle que ni siquiera sabe si existe. Prueba con los buscadores de internet, consulta la hemeroteca. Todo es en vano.
El final es a todas luces decepcionante: A.T decide comprar una peluca y olvidarse completamente del asunto. Elige un modelo clásico, con raya al lado.
Silueta encorvada tropieza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, madre. Genial una vez más... Ese 'Sexo en Nigeria' me ha matao. Me ha matao.

El Andariego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Andariego dijo...

Es realmente bueno. Es...es...es como si Cortázar cabalgase de nuevo.

Anónimo dijo...

Jajaja,la peluca como solución me parece lo más.

El libro se está haciendo, calculamos que hacia febrero estará acabado.Ya te informaré.
Lo de olfatear el papel no sé si es muy buena idea, ya te dije, mikel se mete todos los libros en la entrepierna, cree que así luego són mejores.