jueves, 8 de octubre de 2009

LA ALMOHADA

La Señora arrastra varias noches sin poder conciliar el sueño. Ha probado la posición fetal, la postura del muerto. Se ha hinchado a valeriana y ha descargado de internet algunos archivos de audio con música relajante. Pero cada mañana despierta con los huesos pesados y frágiles como la porcelana y los ojos preñados de sueño.
Hasta que descubre una dureza en la almohada. Un bulto duro y puntiagudo que, por alguna extraña razón, no había detectado hasta el momento. Así que la Señora enciende la luz del baño y abre la alhomada con unas tijeras. Y hay plumas, y pedazos de un material sintético. Y el craneo de una persona pequeña, demasiado grande para tratarse de la calavera de un bebé. Un craneo sanguinolento al que hay adheridos algunos trozos de carne.
Por eso la Señora decide llamar al fabricante de la almohada. Decide contactar con el número que comienza por un 902 y que un muchacho de Atención Teléfonica le ha facilitado. Y espera apoyada en el banco de la cocina mientras una voz pregrabada le indica que "Todos nuestros operadores se encuentran ocupados en este momento. Enseguida le atenderemos."
El diminuto craneo envuelto en una bolsa de plástico. El hilo musical low-fi brotando del auricular como un coro de gemidos subhumanos.

4 comentarios:

El Hombre de la Pústula dijo...

Qué rico.

El Andariego dijo...

Sí, sabrosón.
VP:antiot

Miguel Noguera dijo...

La influencia de PONS y la VISCOLASTICA

Señorita Puri dijo...

Así que ese era el famoso regalo que venía con la almohada si eras de los primeros en llamar al 902....