jueves, 21 de mayo de 2009

OTRO DÍA EN EL PARAÍSO

La señorita de recepción ojea un montoncito de papeles y después se dirige al adulto trajeado que apoya sus manos sobre el mostrador.
-Se trata de su padre. Acompáñeme.
El adulto sigue a la señorita a través de los oscuros pasillos del asilo. Ha cancelado el almuerzo con los socios noruegos y ha conducido su BMW sobre el límite legal de velocidad mientras escuchaba una grabación de Phil Collins en solitario.
-¿A quién le ha pegado esta vez? -pregunta el adulto.
La señorita no contesta. Una abuelita apoyada en un andador expulsa un pedo largo y practicamente silencioso sin dejar de sonreír. Sobre la puerta de la habitación hay adherido un crucifijo de metal rodeado por grumos de pegamento. La señorita abre la puerta sin llamar e invita al adulto a entrar en el cuarto. El padre del adulto está tendido en la cama, con las manos cruzadas sobre el pecho. Lleva un disfraz de estilo neogótico que el adulto identifica como la indumentaria del personaje Eduardo Manostijeras, protagonista de la película homónima del director Tim Burton. Hay una maraña de cuchillos y otros objetos cortantes que simulan los dedos de las manos. La peluca negra, cardada y explosiva se aplasta contra el cabecero de la cama. El cuerpo escuálido del anciano está recubieto con retales de cuero.
-¿Qué le parece? -dice la señorita mostrando una mueca divertida.
El adulto se acerca al borde de la cama y contempla a su padre, que tiene la vista fija en algún punto indeterminado de la pared. No respira. Ningún músculo se mueve en su rostro cubierto de maquillaje. La señorita abandona la habitación y el adulto cierra los ojos del viejo usando la palma de la mano. Jhonny Depp muere dos días más tarde en un terrible accidente de tráfico.

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