viernes, 24 de diciembre de 2010

CUADRANTES


Los dos hombres rastrean el fondo de la charca con sendas varas de madera. Caminan lentamente, con el agua hasta sus rodillas, moviendo de un lado al otro sus palos como dos ciegos que intuyen la proximidad de un obstáculo. La luz del atardecer comprime el silencio y lo vuelve insoportable. Los hombres avanzan dejando a sus espaldas huellas vivas sobre la superficie.

Otto no conoce el nombre de su compañero, nadie les ha presentado. Les han entregado las varas y asignado el cuadrante. Otto observa de reojo a su pareja y se pregunta qué hace en un lugar como este un viejo que debería estar postrado en una cama. Un viejo con gorra y pantalones de camuflaje, un cigarrillo casi consumido entre los labios.

-Un cadáver, supongo –dice el anciano.

-¿Disculpe?

-Quiero decir que lo más probable es que se trate de un cadáver –el viejo se detiene mientras aparta con su mano libre a las moscas que tratan de lamer su sudor.- Y no me llames de usted. Me hace sentir importante.

-Lo siento –responde Otto con una sonrisa.

Un grito fragmentado en cientos de ecos llega desde el horizonte. “¡E-4 limpia!”. El viejo deja caer la colilla al agua y continúan la marcha.

-Por cierto, me llamo Otto. Es mi primer día –dice el joven.

Su compañero tarda unos segundos en abrir la boca.

-Aquí siempre es el primer día.

Después escupe sobre la superficie, con esa mezcla de solemnidad y despreocupación que solo puede resultar creíble en el cine americano.

1 comentario:

Joan dijo...

E-4... agua!
E-5... tocado!

Ehem, sí, será la resaca. ¬¬