La pantalla del ordenador muestra a la vez y a tiempo real todo lo que no está sucediendo en su casa. Las seis cámaras de vigilancia espían desde sus seis respectivos rincones. Parecen solo imágenes estáticas, pero el dispositivo que vigila la entrada en el exterior recoge de un modo fragmentado las convulsiones de las hojas de los árboles, balanceándose bajo el peso de la lluvia.
Cubierto por un batín sin anudar, contempla la quietud de las habitaciones vacías, que brillan con tonos verdosos como si todos los objetos que contienen estuviesen cargados de radioactividad. La cocina, el cuarto de juego de los niños, el coche de importación a buen recaudo en el garage.
Doble click en el último recuadro inferior y ahora la imagen del salón ocupa toda la pantalla. Allí está él, de espaldas a la cámara, encorvado sobre el ordenador como un objeto más de la estancia. La calidad de grabación le permite ver en su pantalla real los detalles de la pantalla filmada. Pasan los minutos, las horas. Y empieza a darse cuenta de las sutiles diferencias.
Cubierto por un batín sin anudar, contempla la quietud de las habitaciones vacías, que brillan con tonos verdosos como si todos los objetos que contienen estuviesen cargados de radioactividad. La cocina, el cuarto de juego de los niños, el coche de importación a buen recaudo en el garage.
Doble click en el último recuadro inferior y ahora la imagen del salón ocupa toda la pantalla. Allí está él, de espaldas a la cámara, encorvado sobre el ordenador como un objeto más de la estancia. La calidad de grabación le permite ver en su pantalla real los detalles de la pantalla filmada. Pasan los minutos, las horas. Y empieza a darse cuenta de las sutiles diferencias.
3 comentarios:
Genial, como siempre.
Hermoso joder, hermoso.
wau!
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