jueves, 11 de junio de 2009

LA SEMILLA

Alguien ofrece una silla a la señora que acaba de sufrir el mareo. Se sienta con los ojos en blanco, buscando un poco de aire dentro del círculo de desconocidos que ahora la agasajan. Un vaso de agua, manos utilizadas como abanicos, usted ahí quieta, es que con estos calores. La señora se ha desplomado en un puestecito de fruta, mientras sostenía una naranja. Entre la maraña de brazos, de revistas y folletos agitados manualmente, de preguntas sin respuesta... Una voz. La voz de un chico negro que ha abandonado su tenderete de lencería de imitación y ahora susurra al oído de la señora en voz baja para que sólo ella le pueda escuchar:
-Forestal, salvaje, íntimo. Armadura de ébano y fragmentos de neumáticos para combatir bajo la lluvia. Nenúfar, invidentes sorteándose el honor de vestir un peto vaquero. Soliloquio celtíbero. Todos esos trajes blancos manchados de trufa y ceniza que danzan como espectros al caer la tarde. El veneno de las nutrias es lo que te ofrezco en bandeja de plata. Lento, lento, como la víbora bípeda y viuda que se hace llamar David. El terror, señora. La danza, la epilepsia, unas vacaciones pagadas en los confines de un fin de semana mediocre y traumatizante. Dardos del sueño para el bebé morsa. Escupa fuego...
Y el chico negro se escurre entre la multitud y vuelve a su lugar de trabajo tras plantar la semilla de algo muy jodido en la mente de la señora.

5 comentarios:

Patricil dijo...

Me gustaría leer las versiones alternativas con la gitana que porta un carro de bebé lleno de ajos y el marroquí del top manta.

Javi dijo...

Estoy esperando a que hagan la película de este relato.

El Andariego dijo...

Mierda. A eso le llamo yo jugar fuerte

Ghish dijo...

Hongos me podrias dar tu email para hablarte sobre una cosa? Porfavor
Gracias y saludos

Hongos dijo...

galgotibio@hotmail.com