sábado, 29 de mayo de 2010

MATA AL BEBE

-Cuando se abre el telón vemos al bebé sobre una mesa. También hay un atril donde colocamos la caja negra que contiene el objeto. El concursante...
-El bebé está desnudo.
-Mmm... No lo sé. Quizás lleva un pañal. No nos preocupan los detalles de momento. En una esquina de la pantalla vemos el cronómetro que marcará los treinta segundos. Una cuenta regresiva, de treinta a cero. Y entonces el presentador abre la caja.
-El concursante descubre a la vez que el público el contenido de la caja.
-Sí. Un cortauñas, un mechero. Un bombilla.
-Estoy intrigado.
-En ese mismo instante el cronómetro se pone en marcha y el concursante debe matar al bebé haciendo uso del objeto.
-Perdona, ¿acabas de decir "debe matar al bebé"?
-Piénsalo bien. El concursante no conoce previamente el contenido de la caja. Sólo tiene treinta segundos para acabar con la vida de... Joder, está obligado a desplegar toda su creatividad. Se lo ponemos difícil. Le damos una esponja. Le damos... un rotulador de punta gorda.
-Y el show se llama "Mata al bebé".
-Mata al puto bebé. Claro y conciso. No me digas que no es una idea cojonuda.
-...
-Es una idea de puta madre.

viernes, 28 de mayo de 2010

martes, 11 de mayo de 2010

CLÁSICOS Vol.I

Estás sentado en una silla de plástico duro, guardando silencio junto a otros nueve candidatos. Alguien comenta que ya han pasado quince minutos desde que dieran las diez. Nadie le responde; es lo que suele ocurrir cuando un grupo de desconocidos comparte el limbo que constituyen esos momentos previos a una entrevista de trabajo.
Un señor con traje que roza la cincuentena entra en la sala. Se presenta al grupo como el responsable de recursos humanos. De pronto, parece fijarse en uno de los candidatos. Es la persona que se sienta a tu lado; un joven rubio y pecoso con camisa blanca y un enorme reloj de pulsera.
-¿Marquitos?
-¿Don Julio?
El responsable de recursos humanos se acerca a Marquitos mientras este se levanta de su silla. Se dan un pico. Repito, se dan un pico en la boca. No es nada sexual ni sucio. Es solo un beso inocuo como los que se intercambian los actores de teatro entre bastidores. Después, el responsable de recursos humanos (A.K.A Don Julián) da un paso atrás y ejecuta un saludo fascista que es respondido al instante por un idéntico gesto de Marquitos. Se ríen tímidamente, conscientes de lo embarazoso que resulta mostrar afecto en público. Levantas la mano para hacer una pregunta.