lunes, 10 de enero de 2011

CANCÚN


En un punto muerto de la sobremesa, la pareja anfitriona propone mostrarles las diapositivas de su viaje a Cancún. Una de esas propuestas que no admiten un no como respuesta, una encerrona en toda regla. Así que se acomodan en el sofá del salón mientras el hombre de la casa prepara con entusiasmo la sesión de visionado. La lámpara con la luz regulable al mínimo. Una recopilación de chill-out que apesta a mp3 de 128 kbps y una barrita de incienso gorda como una zanahoria.

Nosotros en la puerta de embarque. Nosotros en el jacuzzi con la cámara digital apuntando al espejo del baño. Ella tomando el sol en la playa, tendida en una tumbona mientras sostiene medio coco del que sobresalen dos pajitas. Paisajes. Una excursión en burro. El guía de la excursión en burro luciendo una camiseta no oficial de U2. Más paisajes. Una docena de fotografías de la misma puesta de sol sin apenas variaciones de encuadre. El mercadillo de artesanía. Una señora muy vieja y arrugada tejiendo una especie de alfombra multicolor. El espectáculo de delfines. Una palmera cuyo tronco tiene la forma del popular logo de la marca Nike. Otra excursión en burro. Un adolescente con obesidad mórbida disfrazado de Cupido y con el pelo manchado de semen durmiendo plácidamente en una cuna de madera. Otro paisaje. La piscina del hotel. Carraspeos incómodos. Silencio. La anfitriona encendiendo la luz mientras sugiere una partida de Trivial.

1 comentario:

Joan dijo...

El apocalipsis.